Recuerdo el día que nací. Sí, lo recuerdo. No como se recuerdan otras cosas, pero lo vi todo.
Es extraño cómo puedo recordar eso y olvidar nombres de personas.
Nací, lloré y no paré en al menos 1 año. Me moló eso de romper cristales con mi ultrasonido.
Ahora lloro sin gritar, después de años de terapia mordiendo cojines.
A medida que pasan los años, los niños van cambiando y van adoptando formas de ser peculiares.
Algunos se aficionan a pegar a otros niños, otros coleccionan Power Rangers, otros se convierten en sus padres con tan solo 4 años...A mí me dio por observar y callar, esconderme detrás de un flequillo y jugar a grabar mi voz con una grabadora a pilas.
Todo lo que no hablaba, lo hablaba la grabadora en mi nombre. Era como un androide.
No me gustaba cuando me miraban los mayores y decían esas cosas que te hacían sentir como un cordero con un lazo rojo. Yo no era un cordero, pero claro, eso no lo sabían. La apariencia es algo curioso.
El no tener hermanos me obligó a saber jugar sola, y a preferir estar así que con gente alrededor. No fue un trauma, al contrario, me divertía a mi manera inventando cosas sin tener que explicárselas a nadie.
Joder, no estaba loca. Ni lo estoy.
(...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario